A Quien Corresponda

Luego de una semana, en lo personal, con muchísimos sentimientos encontrados, escribo: "A Quien Corresponda", #laColumna que trata sobre el acostumbramiento desde muchas persepectivas.

"LA MUERTE ESTÁ TAN SEGURA DE SU VICTORIA QUE NOS DA UNA VIDA DE VENTAJA".

"CAERSE ESTÁ PERMITIDO, LEVANTARSE ES OBLIGATORIO".

Una costumbre que adoptó (y adopta) estos tiempos se llama "resignación" que consiste en un estado sentimental de una persona que no posee ánimos para luchar contra las adversidades que la vida nos pone por delante, o sea, experimentamos una "frustración" que se basa en el no cumplimiento de lo propuesto. Una sensación horrible pero que a todos alguna vez nos tocó. Estas 2 palabras están muy vinculadas con otra que es el "acostumbramiento", la actitud que hace que tomemos algo (un objeto, una acción, etc.) como una costumbre o algo habitual. En sí, no es ni malo ni bueno porque depende de lo que tomemos como tal. Si por ejemplo dormimos varias veces consecutivas 8 horas o 9 horas, nos acostumbramos a dormir mejor. De lo contrario, estaríamos acostumbrándonos a dormir mal. En este ejemplo lo que se va a ver afectado es nuestro rendimiento. Y en particular, una costumbre es buena mientras que otra es mala. Por eso mismo, la costumbre de hacer algo no es ni buena ni mala de por sí. Depende del contexto, como la mayoría de las cosas. Sin embargo, no podemos negar que la palabra "acostumbramiento" está muy vinculada con lo que se conoce como "resignación" que proviene de una "frustración". Empezando a ver desde lo "micro" hasta la "macro" nos acostumbramos a muchas cosas. Por ejemplo les comparto este breve texto:

Nos acostumbramos a vivir en nuestra casa y a no tener otra vista que no sean las ventanas de los edificios que nos rodean. Y como estamos acostumbrados a no ver más que ventanas y edificios, nos acostumbramos a no mirar hacia afuera.

Como no miramos hacia afuera, nos acostumbramos a no abrir del todo las cortinas. Al no abrir completamente las cortinas nos acostumbramos a encender la luz antes. Nos acostumbramos tanto, que olvidamos el sol, olvidamos el aire, olvidamos el paisaje.

Nos acostumbramos a despertar sobresaltados porque se nos hizo tarde. A tomar rápido el desayuno porque llegamos tarde. A comer un sándwich porque no tenemos tiempo para comer a gusto. A salir del trabajo cuando ya anocheció. A cenar rápido y dormir con el estómago pesado sin haber vivido el día, porque tenemos que ir a trabajar temprano.

Nos acostumbramos a esperar un "no puedo" en el teléfono. A sonreír sin recibir una sonrisa de vuelta. A ser ignorados cuando necesitamos ser vistos. Si el trabajo resulta duro, nos consolamos pensando en el fin de semana. Y cuando llega el fin de semana, nos aburrimos y deseamos que llegue el lunes para ir a trabajar. Nos acostumbramos a ahorrar vida.

Fuente: https://www.reflexionesparaelalma.net/page/reflexiones/id/430/title/Nos-acostumbramos

Y yo agrego más. Nos acostumbramos a ver la basura en el piso. Nos acostumbramos a los vínculos "toco y me voy". Nos acostumbramos a escuchar a cualquier persona menos a las indicadas. Nos acostumbramos a dejarnos guiar por cualquier imbécil. Nos acostumbramos a "hacer mucho pero apretar poco". Nos acostumbramos a estar más pendiente del celular que de un encuentro. Nos acostumbramos a las "vacaciones que no son tal". Nos acostumbramos a no hacernos cargo porque "otro tiene la culpa siempre". Nos acostumbramos a posponer citas o encuentros. Nos acostumbramos a ser seres individualistas. Nos acostumbramos a juntar y juntar riquezas. Nos acostumbramos a "lavarnos las manos" cuando alguien nos necesita. Nos acostumbramos a ser "tibios". Nos acostumbramos a ser desagradecidos. Nos acostumbramos a ser desconsiderados con nuestro prójimo. Nos acostumbramos a "mirar para otro lado y seguir a toda marcha". Nos acostumbramos a que la regla sea el "vale todo". Nos acostumbramos al "encariñamiento con la piedra". Nos acostumbramos a complicar las cosas porque en el fondo queremos que sigan igual. Nos acostumbramos en ponerle "nombre y apellido" a los problemas cuando puede que vengan de a uno. Nos acostumbramos a ser "seres teóricos" metiéndonos la práctica por otro lado. Nos acostumbramos a tener una cara y una máscara. Nos acostumbramos a dar clases de moralismos con los demás. Nos acostumbramos a la hipocresía en cualquier ámbito (Iglesia, Política, familia, etc.). Nos acostumbramos a tener desesperanza. Nos acostumbramos a hacer las cosas "porque sí". Nos acostumbramos a hacer las cosas de forma obligada. Nos acostumbramos a que nos roben. Nos acostumbramos a vivir con personas "frías y calculadoras". Nos acostumbramos a vivir con personas que solo les importa el dinero. Nos acostumbramos a vivir con personas que les importa una cosa: "yo". Nos acostumbramos a que nos golpeen y a vivir con aquellos que golpean. Nos acostumbramos a que nos pidan perdón y que todo siga "como si nada ocurrió". Nos acostumbramos a que las cosas "sigan igual o peor". Nos acostumbraos a los permanentes "cortocircuitos". Nos acostumbramos a que nos maten. Nos acostumbramos a llorar. Nos acostumbramos a autoculparnos sobre nuestro rol en las situaciones. Nos acostumbramos a vivir amargados. Nos acostumbramos...en fin, a perder la vivencia de "vivir la vida como tal". Y esto es lo más triste porque la vida pasa a valer como "la arena que se esfuma por el viento". Y es el don más preciado que tenemos por parte de Dios: la vida, que es de paso en este mundo, pero vida al fin. Por eso, el acostumbramiento acá se transforma en resignación porque la realidad "nunca va a cambiar". En consecuencia, eso termina por frustrarnos más. Y la frustración lleva a un montón de cosas, desde una depresión hasta el suicidio.

Por eso, querido lector, le digo lo siguiente: los caminos de la vida no son completamente de rosas ni tampoco son de espinas. Dios a cada uno de nosotros nos da una misión. Dentro de ella, hay diversos objetivos que iremos cumpliendo a medida que vayamos adquiriendo experiencia y vivencias de vida. Habrá veces que acertaremos y otras que no. Porque como lógica, somos seres humanos. No somos perfectos. Así como con la lengua podemos "sanar" a alguien pero también podemos "destruirlo", nosotros algunas veces "sanaremos" y otras "destruiremos". Inclusive, nosotros podemos ser los sanados o destruidos tanto por otros como por nosotros mismos. Pero en todo esto hay algo en claro: Dios siempre nos quiere bien. Si sufrimos es porque algo mejor vendrá...tarde o temprano. Depende de nosotros descubrir ese camino de mejora en tiempo y en forma. Siempre estamos a prueba ante la vida. Desde que nos levantamos hasta que nos acostamos. Y como en toda prueba, se puede aplazar, "aprobar", zafar o "aprobar con honores". Pero muchas veces Él nos da señales para que hagamos una cosa distinta a la que nosotros queremos hacer pero no hacemos caso porque creemos, en el fondo, que la sabemos todas y que conocemos todo lo que pasó y pasa. Y creemos que no va a volver a pasar algo...hasta que pasa. Típica enfermedad argentina: cuando nos toca la muerte de cerca, actuamos. O sea, tuvimos que esperar que muera y se vaya alguien de nuestro lado para que nosotros reaccionemos. Tuvimos que esperar a que mueran no sé qué cantidad de mujeres para hacer marchas. Tuvimos que esperar a que muera un fiscal por investigar al poder para que muchas personas salgan a reclamar contra lo que pasa. Tuvimos que esperar a que nos empiecen a matar consecutivamente para salir. Y eso que algunos la contamos. Y además, porque quizá haya situaciones que pensamos que pueden cambiar y nosotros ponemos lo "mejor" (nos dejamos dominar siendo sumisos) para que ello ocurra...pero la otra parte no lo hace. Por complicidad, corrupción, desinterés, indiferencia, egoísmo...en fin, por muchas causas. Y cuando uno se quiere acordar de ello es demasiado tarde porque "a mí no me tocó". Una cosa es tratar una enfermedad recién empezada...pero otra muy distinta es querer tratar algo que se construyó hace mucho tiempo. Por eso, hay una frase que dice: "hay finales que son necesarios". Porque cuando esos finales tienen que terminar sí o sí se alargan un poco más de lo debido...estamos todos llorando alrededor de un sepulcro, un cadáver y con la sensación de injusticia latente que vive en nosotros permanentemente.

Buena semana para todos

Gustavo Bustos

¡Crea tu página web gratis! Esta página web fue creada con Webnode. Crea tu propia web gratis hoy mismo! Comenzar