Dar Todo y Confiar en Dios
#laColumna volviendo luego de una semana en la que se insta a no bajar los brazos y que confiemos en la voluntad de Dios.
Cuentan que un muy buen hombre vivía en el campo pero tenía problemas físicos, cuando un día se le apareció Jesús y le dijo: "Necesito que vayas hacia aquella gran roca de la montaña, y te pido que la empujes día y noche durante 1 año". El hombre quedó perplejo cuando escuchó esas palabras, pero obedeció y se dirigió hacia la enorme roca de varias toneladas que Jesús le mostró.
Empezó a empujarla con todas sus fuerzas, día tras día, pero no conseguía moverla ni un milímetro. A las pocas semanas llegó el diablo y le puso pensamientos en su mente: "¿Por qué sigues obedeciendo a Jesús? Yo no seguiría a alguien que me haga trabajar tanto y sin sentido. Debes alejarte, ya que es estúpido que sigas empujando esa roca, nunca la vas a mover". El hombre trataba de pedirle a Jesús que le ayudara para no dudar de su voluntad, y aunque no entendía se mantuvo en pie con su decisión de empujar.
Con los meses, desde que se ponía el sol hasta que se ocultaba aquel hombre empujaba la enorme roca sin poder moverla, mientras tanto su cuerpo se fortalecía, sus brazos y piernas se hicieron fuertes por el esfuerzo de todos los días. Cuando se cumplió el tiempo el hombre elevó una oración a Jesús y le dijo: "Ya he hecho lo que me pediste, pero he fracasado, no pude mover la piedra ni un centímetro". Y se sentó a llorar amargamente pensando en su muy evidente fracaso. Jesús apareció en ese momento y le dijo: "¿Por qué lloras? ¿Acaso no te pedí que empujaras la roca? Yo nunca te pedí que la movieras, en cambio mírate, tu problema físico ha desaparecido. NO has fracasado, yo he conseguido mi meta, y tú fuiste parte de mi plan".
Fuente: https://webcatolicodejavier.org/empuja.html
Volviendo. Luego de 1 semana de parar un poco con la actividad y centrarme (por el momento, sin éxito) en el cierre de la Secundaria, vuelvo a las andadas. En esta semana pasó de todo, creo que no hace falta que publique las noticias si estuvimos repletos de ellas: paros por doquier confirmados los días 6,7 y 8 de marzo, paritarias que no se arreglan, discursos cruzados, el fútbol no arranca, inicio de subas de gas y otros servicios, apertura de sesiones con un discurso enérgico, político, carente de autocrítica, leves promesas y combativo contra sus adversarios del Presidente Macri, inseguridad, la política veleta, incertidumbre...o sea, la argentinidad en su estado puro. La semana que viene habrá actividad constante por lo que ocurre en un país que, como escuché alguna vez, es aquel que siempre está pendiente del mañana mejor que nunca llega y que lo esperamos ansiosamente.
Tema. Cada instancia de examen que rendí en el mundo educativo, tanto cuando aprobaba como cuando no, venía hacia mí un dilema que considero existencial porque es uno de los tantos que existen que, dada la respuesta que demos, nuestra vida tomará un camino distinto. Cuestión: ¿doy lo mejor de mí? ¿Cómo sé que estoy dando lo mejor? ¿Puedo hacer más? Como saben, todas las preguntas existenciales que existen abren la persiana para que ingresen otras. Y siempre hay que ser sinceros y críticos ante las respuestas que demos, ubicando en su lugar los contextos, los contenidos, las formas y los medios de la situación, pues cada una tiene lo suyo y es diferente. En un primer momento, los estudiantes están en la misma aula, en la misma carrera, compartiendo los mismos tiempos...hasta que surge la pregunta que invita a justificar el motivo por el cual están allí. Allí el mundo de las igualdades se rompe, ya que cada uno tiene sus motivos para estar ahí, y aunque parecieran los mismos, en algo se diferencian. "Cada persona es un mundo" dice la publicidad de Personal. Y es cierto. Por eso dar una respuesta generalizada sobre si damos o no lo mejor de nosotros es y será un absurdo, dado que cada uno tiene su propia historia que difiere de los demás. Sin embargo, el fondo de la cuestión no es dar algo generalizado que sirva para todos los casos (siempre existe "la excepción que rompe a la regla") sino que a partir de unas bases sólidas que poco a poco se van transformando en líquidas poder lograr que cada uno descubra si da o no lo mejor, y hasta dónde puede llegar. En síntesis, conocerse tanto en las virtudes como en las limitaciones.
Durante estos años siempre sostuve (y sigo sosteniendo) que un camino intachable en la búsqueda de nuestros objetivos y de nuestros sueños es la perseverancia sana y honesta. Si bien no es un camino corto, fui descubriendo que es el que más cierra bocas, el que más deja aturdidos a los que consiguen las cosas por lugares más sencillos (existe un vacío que otro no lo tiene) y dando una satisfacción plena por lo logrado. Es parecido a un debate existencial en economía sobre gradualismo (poco a poco se irá mejorando pasando por un tiempo complicado) vs shock (solución rápida sin mediación de formas ni consecuencias). En lo personal, siempre he optado por el "poco a poco" pues es un método que termina resultando aunque sea como ir a la peregrinación de Luján, y además porque cada instancia te ubica en la realidad, es decir, en dónde estás parado. En una actualidad llena de inestabilidad y búsqueda del "realismo mágico" y de la "solución rápida", lo que sería un gradualismo queda descartado, dado que lo que termina siempre importando es el resultado y no el proceso. Pero esto también deja en evidencia que somos una sociedad bastante hipócrita, porque cuando buscamos el resultado aplicamos un "shock" independientemente del costo que tenga aplicar las medidas, pero cuando nos sentimos apretados un poco por este "shock", pedimos que las cosas se hagan de a poco. Esto determina la evidencia de que existen los "conflictos de intereses" que, por lo general, nos quitan el sueño. Algunas cosas necesitan algo brusco y otras necesitan más del aporte gradual. Pero ambas tienen que ser miradas desde una perspectiva honesta y sincera, teniendo en cuenta el objetivo, el contenido, las formas, etc. Dar lo mejor de uno implica conocer sus tiempos, sus fuerzas, sus límites y reconocer que no somos infalibles. Cuando nos creemos que podemos con todo y que nos las sabemos todas, la pasamos mal y chocamos contra la pared que es la realidad. En cada instancia aprendemos algo distinto. De lo contrario, no mejoramos nada. A cada etapa llegamos un poco más fuertes, y a veces no se alcanza con el objetivo, a veces sí. Como si el solo hecho de hacer las cosas garantiza el resultado. No está garantizado en ningún manual de vida. De lo contrario, habríamos descubierto el modelo perfecto de vida que sería la meritocracia (gobierno de los meritorios). Pero si sabemos que estamos dando lo mejor, no hay porqué temer porque tarde o temprano las cosas van a salir. Si sabemos que no estamos poniendo lo mejor de nosotros, no esperemos que las cosas caigan del cielo porque vamos a permanecer con las manos arriba durante años y años sin que ocurra nada y todo siga igual o peor. Y ese es otro gran problema que padecemos: mientras nos pasa de todo, permanecemos inmóviles mientras las cosas pasan, y cuando actuamos no lo hacemos por un bien común, no para mejorar, sino más bien por el bien propio y rodeado de intereses.
Por eso, invito en esta vuelta a conocerse un poco más. Recién va 1/6 del año 2017, falta mucho recorrido. Y en cada cosa que hagamos podemos hacer lo mejor posible. Pero primero insisto: conozcámonos, examinémonos. Porque si no nos conocemos, ¿cómo sabemos que "hasta acá llegamos"? ¿Cómo sabemos que dimos todo? ¿Verdaderamente damos todo en cada instancia? Siempre recuerdo una frase que dice: "no está muerto quien pelea", cosa que es verídica. El que está tirado o "tiró la toalla" piensa que dio todo y sin embargo, si quiere y puede, intenta un poco más. Pero como es más sencillo estar tirado y rendirse, se queda allí esperando el final. Para eso, elegiría almas que, al saber donde están paradas, si la situación no lo demanda, no presentarme y seguir preparándome para llegar de la mejor forma a otra instancia. Seguir preparándose no es "tirar la toalla", es fortalecerse un poco más. Y cuando creamos que estamos listos para las circunstancias, iremos al frente. El "pelear por pelear" y el "quedarse en el suelo" son dos extremos que, como tales habría que evitar. Buscar el equilibrio de cada situación. Luego, el que decide es Dios. No hay otra. No hay fórmula secreta ni "piedra filosofal" que solucione todo. No somos perfectos, al contrario, somos imperfectos, con virtudes y defectos. No estamos a la par de Él. Por eso, cuando uno sabe que da todo, hay que dejar en sus manos las cosas. ¿Es fácil? Depende. Si nos creemos que somos Dios y que podemos con todo, no es fácil. Si reconocemos que no somos Dios y que no estamos a su altura, no será difícil. El día que entendamos que las cosas no son de un día para el otro y que podamos poner en el centro de la mesa en debate la búsqueda común de una cultura que pueda lo mejor para sí y para otros, y que solo haciendo las cosas y confiando en Dios que las cosas van a llegar a su tiempo, ese día habremos crecido como población y comunidad. De lo contrario, como dije al principio, seguiremos siendo el país del mañana mejor que nunca llega, y que si sigue igual, me temo que nunca llegará.
Buen domingo para todos
Gustavo Bustos