Diálogo y Encuentro en la Era Unipersonalista

#laColumna sobre una pequeña mirada sobre una necesidad importante de generar encuentros con los demás, teniendo en cuenta algo tan cierto que no lo tenemos en cuenta: no vivimos solos.

Del 24 de abril hasta mañana, 15 de mayo, está presente la Feria Internacional del Libro, uno de los eventos culturales más importantes del mundo, y me animaría a decir que es el más importante de nuestro país, Argentina. Hubo dentro de ella muchas charlas, eventos, visitas tanto de autores nacionales como internacionales, exposición de libros, firma de los mismos por quienes hacen los libros...es decir, hubo de todo. Personalmente tuve la dicha de ir 3 veces, y es un mundo que hasta uno se queda corto pensando si vio todo o no. Por supuesto tiene que haber un interés o un gusto importante como para ir varias veces. No creo que haya en sí una obligación para ir al evento. Capaz que hay una necesidad. Depende de cada caso y contexto particular. Por eso mismo, este importante suceso cultural que lo tenemos hasta mañana (y después a esperar al 2018) me da el pie para hablar de una necesidad que tenemos como sociedad: la cultura del encuentro con uno mismo y con el prójimo.

Dos niveles de encuentro. ¿Qué pasa por nuestra mente cuando vamos a, por ejemplo, comprar un libro? Muchas cosas. Se me ocurre que lo primero que hay que resaltar es que hay un gusto por hacer eso. O sea, si no nos gusta leer, ¿para qué comprar un libro? Algo de sentido común. Puede haber una obligación que sea o para la facultad o para el colegio. Pero fuera de esa lógica, sería absurdo comprar uno. Luego de destacar el hecho de que hay un gusto, se analiza el qué nos gusta. Eso es demasiado relativo porque los contextos de las personas son totalmente diferentes. Por ende, existen los gustos de cualquier tipo de libros, sobre todo teniendo en cuenta que hay muchos géneros que se clasifican de distintas maneras. Por eso, esto no es lo central. Lo importante viene ahora: el tercer punto es el qué buscamos con el libro. Ahí también hay diversidad de criterios que pasan desde la solución mágica de un problema que nos puede quitar el sueño hasta los dilemas existencias que nos motivan o nos desmotivan en nuestra vida, en el que pueden estar afectados otros o inclusive nosotros, y en el medio muchas otras causas. El resultado final radica en un encuentro con un mundo al principio desconocido pero que algo tiene. Nos motiva para comprarlo y luego leerlo. Todo un cúmulo de expectativas y deseos que buscamos saciar los ponemos al frente de un objeto que tiene su propio mundo, que es el libro. Y acá me quiero detener por un momento. El encuentro, clave en nuestra vida porque no vivimos solos (en todo sentido). Aunque podamos no convivir con alguien en un ambiente cerrado, saliendo a la calle no estamos solos en un campo o en un desierto, sino que estamos con otras almas que salen, como nosotros, a la cotidianidad. Por eso, a los encuentros no podemos escapar. Tarde o temprano nos tocará alguno. Y de ahí se pueden generar dos niveles de encuentros: uno que puede ser espontáneo, guiado desde la "casualidad" o uno que utiliza como método una "excusa", un pretexto. Por ejemplo, en el ir a la Feria del Libro o ir a tomar un café con alguien, los objetos pasan a ser secundarios (no que no nos importen ni nos gusten, pero que dejan el rol principal), en donde lo primordial pasa por estar un tiempo con la otra persona. Al no poder llegar a ella desde los medios que tenemos, buscamos generar una situación y un contexto en el que podamos "jugar de local". Porque claro, "ser local" es una cosa y "ser visitante" es otra totalmente opuesta. En cuento para el primer caso, lo que es inesperado toma el lugar de "amo y señor" de las acciones porque nos deja fuera de juego, o fuera de sintonía con nuestra individualidad.

Contexto de unipersonalismo hoy. Lo lindo de los encuentros (si es que son sanos), los dos tipos que mencionamos cumplen con esto, es que nos sacan de nosotros mismos y nos permiten entrar o habitar el mundo de quien está al frente. Obviamente que ahí también juega el tema de la transparencia y sinceridad de ambos lados. De mostrarse tal cual uno es, permitiéndose disidir del otro y aceptar que piensa distinto en algunas cosas. Y eso también es muy bueno, si lo sabemos aprovechar. Porque encontrarse con uno mismo es necesario y algo saludable, pero encontrarse con alguien que no es igual a uno, es distinto. Y además, siempre pienso que si fuéramos todos iguales (como muchas personas quieren consciente o inconscientemente) sería aburrido y sería algo equivalente a un"0-0" en donde "2 equipos se pasan la pelota entre sí y sin atacar": ni fu ni fa, ni Ying ni Yang. Por eso hay que saber valorar que hay diferencias y similitudes entre nosotros. Venimos de una etapa en donde ello era casi una utopía, en donde desde el mismo Estado se generaban bajadas de línea para tomar y formar un pensamiento único...en plena democracia, que es lo más triste. Hoy en día creo que ese nivel desde arriba se bajó pero que desde el "ciudadano a pie" va de mal en peor con un clima de violencia altísimo. Por eso, se van generando demasiados individualismos que cuando chocan con otro, surge el desencuentro que lleva a la violencia (independientemente del tipo). Y temo decir que "dos medias Argentinas no suman 1 Argentina, sino que son dos medias Argentinas" (esto lo dijo Lanata en un Martín Fierro, frase muy cierta, guste él o no), que el cúmulo de individualidades no generan una comunidad sino que son eso: individualidades que van por lo suyo...cuando la clave pasa por generar comunidades y oportunidades de encuentro. Hoy escuchaba la 1° Lectura de este 5° Domingo de Pascua (Hch. 6, 1-7) que recomiendo leerla, porque aquellos que pensaban que la primera comunidad cristiana era perfecta, se equivocan. Al contrario, tenían defectos y errores como todos, y problemas por resolver. Sin embargo, aparecen en la lectura las dos claves que desde acá, humildemente, pienso que son la búsqueda de una solución ante tanto individualismo que generan la consecuencia de la falta de encuentros con otros y una división que será larga de erradicar: el diálogo y búsqueda fraterna.

Diálogo y Encuentro frente al unipersonalismo. Encontrarse con los que coincidimos es una pavada (a veces hasta ni eso hacemos)...lo complicado es encontrarse con alguien que no coincide. Por supuesto que los fanatismos juegan un papel fundamental en esto. Pero dejándolos afuera por esta vez, me parece que nos perdemos algo clarísimo que puede generar un encuentro: un lindo encuentro puede dar un giro en nuestra vida. Genera algo distinto. Porque en ellos puede haber una palabra, una escucha, un relato, una historia...hay contacto con el otro. Hay algo que se busca. Así como nos pasa a aquellos que nos gustan los libros (buscamos algo y nos encontramos con el autor y con nosotros mismos) también nos pasan con nuestros pares de "carne y hueso". Y necesitamos generar una sociedad más abierta al diálogo. Es cierto que hay personas que no se sientan a hablar con otras pero ni por asomo. Pero...ser iguales que esas personas solo genera broncas, resentimientos y odios que para superarse hay años y años para lograrlo. Por eso, querido lector, propongo quizás algo superador: traspasar muros, romperlos y hacerlos pedazos, para construir puentes. Puentes que puedan ir más allá de las diferencias. Puentes que puedan romper con la lógica que el mundo plantea. Puentes que puedan generar pensamientos más allá de las similitudes. Puentes que...sean eso: puentes de encuentro y de diálogo. Recordar algo sencillo pero que a veces olvidamos: no vivimos solos en este mundo. Y cuando los medios no nos alcancen para llegar a alguien, utilizar "excusas sanas", como un café, un libro, un evento...en fin, algo sencillo pero que no sea peligroso. No podemos irnos al otro extremo que se ve todos los días. Por último, les dejo y comparto una reflexión sobre la necesaria construcción de puentes para generar diálogo y encuentros con nuestro prójimo, pese a que somos diferentes:

No hace mucho tiempo, dos hermanos que vivían en granjas adyacentes cayeron en un conflicto. Este fue el primer conflicto serio que tenían en 40 años de cultivar juntos hombro a hombro, compartiendo maquinaria e intercambiando cosechas y bienes en forma continua.

Esta larga y beneficiosa colaboración terminó repentinamente. Comenzó con un pequeño malentendido y fue creciendo hasta llegar a ser una diferencia mayor entre ellos, hasta que explotó en un intercambio de palabras amargas seguido de semanas de silencio.

Una mañana alguien llamó a la puerta de Luis. Al abrir la puerta, encontró a un hombre con herramientas de carpintero. "Estoy buscando trabajo por unos días", dijo el extraño, "quizás usted requiera algunas pequeñas reparaciones aquí en su granja y yo pueda ser de ayuda en eso".

"Sí", dijo el mayor de los hermanos, "tengo un trabajo para usted. Mire, al otro lado del arroyo, en aquella granja, ahí vive mi vecino, bueno, de hecho es mi hermano menor".

"La semana pasada había una hermosa pradera entre nosotros y él tomó su bulldozer y desvió el cauce del arroyo para que quedara entre nosotros". "Bueno, él pudo haber hecho esto para enfurecerme, pero le voy a hacer una mejor. ¿Ve usted aquella pila de desechos de madera junto al granero?" "Quiero que construya una cerca, una cerca de dos metros de alto, no quiero verlo nunca más."

El carpintero le dijo: "Creo que comprendo la situación. Muéstreme donde están los clavos y la pala para hacer los hoyos de los postes y le entregaré un trabajo que lo dejará satisfecho."

El hermano mayor le ayudó al carpintero a reunir todos los materiales y dejó la granja por el resto del día para ir por provisiones al pueblo. El carpintero trabajó duro todo el día midiendo, cortando, clavando. Cerca del ocaso, cuando el granjero regresó, el carpintero justo había terminado su trabajo.

El granjero quedó con los ojos completamente abiertos, su quijada cayó. No había ninguna cerca de dos metros; en su lugar había un puente. Un puente que unía las dos granjas a través del arroyo. Era una fina pieza de arte, con todo y pasamanos.

En ese momento, su vecino, su hermano menor, vino desde su granja y abrazando a su hermano le dijo: "Eres un gran tipo, mira que construir este hermoso puente después de lo que he hecho y dicho".

Estaban en su reconciliación los dos hermanos, cuando vieron que el carpintero tomaba sus herramientas. "¡No, espera!", le dijo el hermano mayor, "quédate unos cuantos días. Tengo muchos proyectos para ti".

"Me gustaría quedarme", dijo el carpintero, "pero tengo muchos puentes por construir".

Fuente: https://webcatolicodejavier.org/puente.html

Buena semana para todos.

Gustavo Bustos

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